Al Orensanz, hermano del escultor oscense y director de la Angel Orensanz Foundation me confirma que ya han llegado a la sede de la fundación, a esa preciosa sinagoga rehabilitada de Nueva York, diez ejemplares de Pintar de azul los días laborables, que pasarán a formar parte de los fondos de la misma.
Así pues, gracias al interés que desde el principio mostró uno de los aragoneses más universales que tenemos, mi librito ha hecho las Américas y se puede leer (¿alguien lo hará?) en una de mis ciudades preferidas...
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