LOS OJOS DE NATALIE PORTMAN
Se cosen con el pan de la memoria
las heridas de guerra, pero somos
adictos al trajín de los síntomas.
La angustia duerme en balsas
a mediodía, entre los pájaros
que vuelan arrastrando sus ejemplos.
En la suerte de vivir en un ardid.
Nos desbarata habitar bajo el sueño
paisajes jalonados, ocupar hoy
una casa, las tabernas, la ciudad
que sobrevivirá a sus autobuses.
Aprender que sólo sirve el dolor
para escribir películas de amor.
Que el dolor no sirve para crecer,
que crecer nada decide.
Sorprender una veta atravesada
en la mirada de Natalie Portman.
Un batir de brasas en blanco y negro.
Creer entender todo lo que ocurre
pero saber que eso nada cambiará.
(PINTAR DE AZUL LOS DÍAS LABORABLES, págs 70-71)
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