viernes, 2 de mayo de 2014

POEMAS CON FOTO

Dentro de dos lunes, el día 12 de mayo, tendré el honor de ser el autor invitado a hablar de su libro en el Grupo Leer Juntos del Instituto Grande Covián. En una entrada anterior ya se habló aquí de quiénes eran los otros dos invitados, en los trimestres previos, y qué libros, de esos que hacían temblar las piernas por verse uno a su lado.

En la sesión anterior del grupo tuve la suerte de acudir, por expreso deseo mío, a conocer a Sergio del Molino y compartir la tertulia con todo el grupo, y escuchar a Sergio hablar de uno de esos libros que duelen en las manos. La experiencia no pudo ser más intensa.


Para la preparación de la sesión en la que participo, acordamos con Tomás Sanz, el cerebro y el corazón de este meritorio ciclo, y de una biblioteca ejemplar para un centro de enseñanza, preparar una pequeña presentación que acompañe a los doce poemas de Por merecer el día que hemos seleccionado para leer y comentar en la sesión.

La sencilla presentación consistirá en proyectar, durante la lectura del poema, la fotografía del lugar con el que el poeta, un servidor, identifica el poema. Es decir, el lugar en el que el poema llegó, el lugar al que el poema remite, el lugar del que el poema bebió aunque solo lo supo después, etc. La idea es mostrar, a un grupo de lectores poco habituados a la poesía, cómo en los más anodinos y antilíricos lugares (un aparcamiento, el cinturón que rodea una ciudad, ...) han surgido muchos de los poemas de este libro. Es decir, insistir en el tópico de que la poesía está en cualquier parte, si se mira con los ojos inoculados, y que los poetas somos ciudadanos normales, que veraneamos en los mismos sitios saturados que todos (no siempre hay dinero para escribir de Estambul o Alejandría), que pasamos por hospitales a cuidar o que nos cuiden, que tenemos el mismo miedo que todos a quedarnos sin trabajo o sin ahorros, que nos probamos ropa en los probadores de Pull&Bear sin que nos siente bien un p... vaquero, etc.

Ya sé que esto es una obviedad, pero me gusta recordarlo de vez en cuando; o cuando leo una entrevista con Antonio Lucas, último ganador del Lowe, en la que me espeta, como titular, que "el mal poema es una traición".

Así que ahí va una foto del idílico rincón del que surgió (se escribió allí mismo, mientras ella de verdad dormía, y apenas se retocó) uno de los poemas que más me gustan del libro, y de los primeros que mostré, para la revista Isla de Siltolá: (SIESTA)


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